La Realidad del Perú
La característica fundamental del régimen español en Perú -el rasgo que se encuentra a lo largo de la historia de la resistencia española a la rebelión y la caída gradual del régimen- es la pobreza. Ésta es tanto una causa como una explicación para la indepenencia. Paradójicamente, es también una causa y una explicación para la larga resistencia del Perú a la independencia. De la misma manera como la pobreza del Perú derrotó a los realistas, también derrotó a su sucesor, San Martín. Varios estudios recientes han demostrado que la econoía epruana estaba en grandes problemas en las últimas décadas de la época imperial. En consecuencia, ya no es posible aceptar las historias sobre la increíble riqueza del Perú que dueron un tema constante en al vieja historiografía.
(...) Perú era rico en sólo un producto, la plata. Mientras que un cuidadoso trabajo de J.R Fisher ha demostrado que el sector minero del Perú continauba siendo fuerte, y, en realidad, inclusive incrementó su producción en los últimos años antes de la lucha por la indepenencia, los otros sectores económicos de la colonia . manufacturas, agricultura y comercio- presentaron un cuadro de declive gradual durante el siglo XVIII. En el plano comercial, el declive del Perú cmenzó a iniciios del siglo XVIII cuando el viejo sistema de flotas fue abolido y reemplazado por los navíos de registro, que llevaban bienes europeos desde Lima a través del Cabo de Hornos y exportaban metales preciosos a España.
Otros tres elementos jugaron un papel importante en el declive económico del Perú: la escasez (o mala distribución) de la mano de obra, la ausencia de buenos caminos y comunicaciones, y lo limitado del capital invertido. Con una población en 1795 de 1’115,207, Perú carecía de eficiente mano de obra barata para llevar a cabo sus actividades agrícolas. La abolición del sistema de repartimiento en 1780, la inmensa conmoción causada por el levantamiento de Túpac Amaru, y el hecho de que los indios vivían en la sierra mientras que las haciendas estaban en los valles y las manufacturas en las ciudades, hacía difícil que el Perú explotase a su población india de la manera que la mayoría de propietarios deseaba. Más aún, el asilamiento geográfico del Perú hizo difícil y cara la adquisición de esclavos africanos para que trabajasen en sus haciendas costeñas. En 1795 había 40,385 esclavos en todo el Perú, y de ese número 29,781 estaban en la provincia de Lima.
El territorio extremadamente difícil del Perú, combinado con la falta de vías adecuadas en el interior, era una debilidad limitante para la agricultura y el comercio. Costaba dinero llevar azúcar o tabaco peruano algunas leguas hacia un puerto costeño que casi todo el resto del imperio podía producir bienes agrícolas con menos costos. Perú era, en realidad, rico en metales preciosos y pobre en alimentos. Hacia la época de la independencia la mayor parte de la agricultura peruana proveía solamente a un mercado interno, e incluso así, no completamente. Los impuestos se añadían a la parálisis. Era más barato para Arequipa, por ejemplo, comprar productos importados, fueran estos alimentos o bienes manufacturados, de Chile o Buenos Aires que de Lima. Un cargamento de lino llegado a Buenos Aires y enviado por tierra a Arequipa, una distancia de 800 leguas, era más barato que el mismo cargamento llevado desde Europa alrededor del Cabo a Lima y luego reembarcado a Arequipa, una distancia de 200 leguas. Hacia 1810, Lima misma dependía tan completamente del trigo chileno que casi languideció cuando el abastecimiento fue cortado en 1818, sin embargo los valles en los alrededores de la capital – Chancay, Huaura, Pativilca Cañete y Chincha- también producían trigo. Incluso entre Lima y su cercano puerto del Callao el transporte era difícil, caro y constantemente interrumpido por los malos caminos o los bandidos. En 1798 se inauguró un nuevo camino entre Lima y Callao, construido a un costo de 343,000 pesos. Sin embargo en 1816 e virrey Pezuela envío al consejo limeño una larga carta criticándolo duramente por dejar que el camino del Callao se deteriorase. Precisamente porque el Callao estaba muy cerca de Lima no quería decir que era barato enviar mercaderías allí. En realidad, en 1823, luego que varios años de confiscación militar de mular habían dejado negativas consecuencias, un mercader inglés contó que costaba más llevar mercaderías del Callao a Lima que embarcarlas a Inglaterra.
El efecto neto del declive económico del Perú, naturalmente, fue limitar aún más el capital disponible para las inversiones. Tanto los individuos como las instituciones en el Perú eran mucho menos prósperos, incluso relativamente, que sus contrapartes mexicanos. Mientras que Doris M. Ladd encontró que Nueva Espala en 1810 tenía diecisiete familias que eran millonarias y nueve otras con fortunas de 500,000 a 900,000 pesos, en Perí – donde el mismo tipo de investigación aú no se ha realizado – sólo dos o tres familias (entre ellos los Baquíjanos y probablemente los Lavalles) parecen haber sido reputados millonarios. El hombre más rico del Perú parece haber sido el mercader José Arizmendi, quien cuando huyó al exilio luego de la independencia, dejó atrás bienes avaluados en 2’172,000 pesos, muchos de ellos en forma de créditos que se le adeudaban. (…)
Perú tenía una aristocracia, por supuesto, y una nobleza – en realidad, el total de títulos de Castilla era mayor en Perú que en Nueva España-. Perú ostentaba nada menos que 105 títulos nobiliarios, que incluían a un duque, 58 marqueses, 45 condes y un vizconde, mientras que Nueva España tenía solamente 63 títulos, de los cuales 32 eran condes, 30 marqueses, y un mariscal del Castilla. La diferencia puede explicarse, tal vez, por la procedencia histórica que el Perú había tomado sobre Nueva España durante los dos primeros siglos de la época colonial, puesto que la mayoría de los títulos peruanos databa de antes de 1772. En cualquier caso, las condiciones se revirtieron claramente hacia el siglo diecinueve, como puede verse de los frecuentes pedidos del cabildo de la ciudad de Lima, o del cabildo eclesiástico de la catedral de Lima, o del régimen de la Concordia, o del Consulado para que la corona les diese las mismas preeminencias y títulos “como los tienen en Nueva España”.
Y es palpablemente claro que los ingresos de la elite del Perú eran muchísimo menores que los de los plutócratas de México. Durante la guerra española contra Napoleón, las contribuciones peruanas y las donaciones privadas para la ayuda a los esfuerzos de la guerra, sea en la península o en el Perú, no se igualaban a las de los mexicanos.
Extraído de: ANNA, Timothy E. La Caída del gobierno español en el Perú. Instituto de Estudios Peruanos.
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