(Construyendo juntos el conocimiento de la Historia)
Extracto de la monografía de Fiorella Boza
Tercero de Secundaria
Extracto de la monografía de Fiorella Boza
Tercero de Secundaria
CAPÍTULO I
Biografía
Este compositor alemán (1770-1872) fue como Mozart, un niño pródigo. Dio su primer concierto cuando sólo tenía ocho años. A pesar de la fuerte sordera que le afectó desde 1802, nunca dejó de componer. En todos los rincones del mundo se conocen sus sinfonías; los expertos dividen la producción de Beethoven en tres etapas: clásica, de plenitud y periodo de culminación.
1.-Vida:
Nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770; de padre músico, humilde, bohemio, bebedor; que impresionado por las dotes de su hijo, pensó llevarlo a una carrera parecida a la de Mozart niño: efectivamente a los ocho años dio un concierto en Colonia e hizo una pequeña excursión por Holanda.
La niñez de Beethoven, víctima de los maltratos y de la brutalidad de su padre; y de la enfermedad de su madre, fue triste y penosa. A la edad de cinco años comenzó su
educación musical, dirigida por su padre, quien, adivinando lo que prometía su precoz talento, no tardó en encomendarlo a personas más expertas y dos años después despertó en su corazón el gusto y el sentimiento por la buena música.
A los doce años es ya un asombroso intérprete, tanto en el piano como en el órgano, aunque trabajó también como viola en la orquesta del archiduque. Abandonó toda clase de estudios no musicales, fijándose ya desde ese momento, de su instinto, para lecturas y para concepción del mundo.
Ya en la adolescencia la ilusión de Beethoven se centró en Viena, ciudad que visitó por primera vez a los diecisiete años, la tradición; más bien leyenda, colocó en este viaje la entrevista con Mozart. De vuelta a Bonn la unión de las familias con la alta sociedad le colocó en su primera actitud de señorío. Gracias a esta protección y empujado también por la muerte del padre, fue vienés desde 1792.
En Viena buscó al verdadero maestro: a Haydn, aunque las relaciones de maestro y discípulo fueron a veces impetuosas, sin perjuicio, además de completar el aprendizaje con Salieri, representante del italianismo de escuela y con Albrechtsberger.
Con las obras dedicadas al príncipe Lichnowsky tuvimos ya el número uno de opus. Aunque todavía hizo algunas salidas como concertista, Beethoven apareció ya centrado en su tarea de compositor: vienés en su clasicismo, pero ya con su garra personal.
Los rápidos progresos que bajo dirección de Neefe hizo Beehoven, fueron de tal realidad que aquel no tuvo reparo en afirmar al año siguiente en una carta que publicó en el Bramers, que su discípulo dominaba casi todo el repertorio de Bach, presentándolo al mundo como un segundo Mozart. Su instrucción científica y literaria quedó en cambio, por desgracia, bastante descuidada. En 1784, cuando todavía contaba con trece años era ya el asombro de cuantos lo oían.
En 1787 el elector Francisco, hermano del emperador José II, lo envió a Viena para que completase su educación. El esplendor de las fiestas musicales de la corte de Bonn estaba en todo su apogeo. Artistas como Andrés y Bernardo Bomerg y Maximiliano Williann fueron miembros de la orquesta, compañeros de Beethoven, que recibió de todos ellos pruebas de admiración y aprecio.
Por espacio de dos años fue discípulo de Haydn, revisaba sus composiciones; pues después el célebre compositor emprendió un viaje a Londres.
Sus trastornos en el oído empiezaron en 1795 y degeneraron en la sordera definitiva en 1819, razón por la cual decidió comunicarse con los “cuadernos de conversación “. Tuvo éxito en sus presentaciones independientes y luchó contra la concepción del “músico de librea”. Conoció a Johann Wolfgang Von Goethe en Loplitz. Beethoven representó la madurez del clasicismo vienés y la aurora del romanticismo europeo.
1.1. Niñez amarga
En 1810, a la edad de cuarenta años, Beethoven ya era famoso, gozaba de un creciente prestigio y era dueño de una buena situación económica, debido tanto a la calidad excelsa de su arte cuanto a su infatigable laboriosidad .
He aquí que ansiado dar a su vida un sentido práctico mediante el matrimonio, se preocupó por sus documentos personales y escribió en Viena una carta que dirigió a su amigo de la niñez, Franz Gerhard Wgeler, residente en Koblenz, Alemania.
En la epístola, con cierta candidez, escribió el músico: “…Se que no te rehusarás a cumplir con una súplica de un amigo tuyo si te pido que me consigas mi fe de bautismo. Si estimas oportuno investigar y estuvieras dispuesto a hacer el viaje a Bonn, te ruego cobrarme todos los gastos. Sin embargo advierte que tuve un hermano, nacido antes de mí, que también se llamaba Ludwing y murió.
Para determinar mi edad exacta deberías, por consiguiente, encontrar primero a este Ludwing. Porque sé que otras personas, al informar que soy mayor de lo que en realidad soy, han sido responsables en virtud de este error. Por desgracia, he vivido durante algún tiempo sin saber mi edad, tenía un riesgo familiar, pero se ha perdido, Dios sabe cómo. Mientras más pronto me envíes la fe de bautismo, mayor será mi gratitud.”
Hoy se sabe que Beethoven nació en la ciudad alemana de Bonn, a orillas del Rin, el 16 de diciembre de 1770, que su casa natal fue modesta y que el ambiente imperante en ella fue tan nefasto que había que marcar para siempre la naturaleza sensitiva del pequeño Ludwing.
1.2. Familia
Su padre Juan, fue un mediocre cantor de la corte, pero el abuelo, también llamado Luis, había sido director de conciertos del teatro y de los bailes del Príncipe Elector y era hombre de talento, consagrado al trabajo y de una vida digna, virtudes que parecían haberse reecarnado en el nieto.
A los ocho años lo presentó en un concierto de clave en el que fue aclamado por el público, pero la crítica señaló tales defectos en la ejecución que Juan comprendió que debía dar a su hijo una educación más seria, la que confió al organista Van den Eeden y luego a su sucesor Neefe.
1.3.-El apellido van Beethoven:
La partícula van que antecede al apellido Beethoven indica su lugar de origen. Se cree que los Beethoven, radicados en Bonn desde los tiempos en que el abuelo Ludwing era muy joven, procedía de Betho, una aldea de Limburgo, Bélgica, se casaron con mujeres alemanas y así se formó la mezcla de sangres que Beethoven recibió como herencia. En su obra, sin embargo, nada hay que recuerde.
1.4. Características de Beethoven
Beethoven fue de regular estatura y robusta complexión: en su rostro lleno, sano y algo picado de viruelas, rodeado de espesos cabellos, generalmente desordenados, relucían unos ojos vivos y de mirar inquieto. Siempre que hablaba de música adquiriendo una expresión hondamente atractiva. Su carácter era generoso y benévolo, inclinándose para la verdad y el bien.
En su trato era por lo general taciturno, y poco comunicativo, costando arrancarle algunas palabras, pero cuando estaba de buen humor le gustaba bromear y tenía ocurrencias muy felices e ingeniosas.
El aspecto exterior de Beethoven, personaje muchas veces retratado por los pintores de su tiempo, estaba en completa desarmonía con su espíritu hipersensible, generoso y amante, que muy pocas personas supieron descubrir y valorar.
Sus pobres cualidades físicas ocasionaron la mayor parte de sus desencantos amorosos y, sin embargo, Beethoven debió haberse atraído muchas veces las miradas de la gente, por la grandiosa cabeza que emergía como isla salvaje, magnífica, de aquel cuerpo repetidamente debilitado por las enfermedades.
En esta poderosa cabeza de león, que daba cabida a un rostro oscuro, de piel afeada por cicatrices de viruela, brillaban los ojos penetrantes que sumados a la estrecha línea de los labios parecían detener con dificultad el torrente de la inspiración dispuesto a romper el cauce que lo aprisiona. En el adusto rostro se conjugaban los rasgos más notables de una personalidad que con frecuencia entraba en conflicto con ella misma.
Ludwing van Beethoven, genio musical espléndido brillante y avasallador, era un hombre pequeño, burdo en sus maneras y demasiado torpe para intervenir en las danzas del salón; al hacerlo solía tropezar con los muebles y derribar jarrones y estatuillas. Su presencia correspondía más a un labriego que a un virtuoso del piano.
Se enamoró con frecuencia; pero no llegó a casarse aunque consideraba ideal la vida matrimonial; se dice que, cuando tenía 25 años, pretendió a una cantante de ópera, Magdalene Willmann, quien le calificó de “feo y chiflado”.
Existen dudas respecto a tres compromisos posteriores, uno de los cuales rompió a causa de su deficiente salud; pero todas las noticias indican que aquel hombre extraño se afanaba en pos de ilusorias esperanzas.
El desengaño amoroso, la sordera, las dificultades económicas, los disgustos producidos por su sobrino Karl; aparecen simbolizados por el famoso testamento de Heilistad.
1.5. El desenlace:
Todos sus transcendentales descubrimientos de efectos orquestales datan de épocas en que ya estaba demasiado sordo para comprobar auditivamente, lo que sólo dependía de su imaginación. En 1826 pasó dos meses en casa de su hermano Johann, que vivía cerca de Viena. La casa no reunía condiciones para el invierno. Johann no le permitía encender el fuego en su dormitorio y acabó enviándole a Viena en un carruaje descubierto. Era un día frío y húmedo y Beethoven cogió un resfriado que tuvo un desenlace fatal.
Por el año 1872 Beethoven contrajo una grave enfermedad que le produjo la muerte después de unos meses de horribles sufrimientos. La multitud imponente le acompañó en su última morada en el cementerio de Washring, de donde en 1888 fueron trasladados los restos.
En sus funerales se ejecutó el “Réquiem de Mozart”, asociando así felizmente la memoria de aquel sublime maestro al duelo general. Veinte años más tarde su ciudad natal le erigió una estatua de bronce y en 1880 Viena le levantó otra.
Cuando Beethoven muere, se cierra una época de la música montada a caballo sobre el clasicismo y el romanticismo. Beethoven no es hijo de una época sino creador de ella y salvador de lo que recibe. Beethoven es el más importante de los músicos europeos, el fundador de la nueva modernidad: se explica así que su obra siga siendo la primordial para los intérpretes y para el público.
Todas las grandes músicas hacen referencia a una determinada edad del hombre: si Bach puede aparecer como el símbolo de la madurez y Mozart como símbolo del perdido paraíso de la niñez; Beethoven fija la entraña y la esencia del romanticismo, lo salva del tiempo y de la circunstancia en cuanto ordena la típica pasión de la adolescencia-juventud.
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