Resumido por: Roxana Hernández García
Sobre el ejército en el siglo XIX
… Para que bun ejército permanente (en tiempo de paz) no sea oneroso a la nación, bajo este doble aspecto de que quita un hombre a la industria o a la agricultura y se lo echa encima al pueblo para que lo mantenga y equipe militarmente, es necesario que la proporción no pase de un soldado por cada mil habitantes. Así un Estado que tenga seis millones, estará bien servido con seis mil soldados de línea y cuantos guardias nacionales pueda levantar. (En los Estados Unidos hay un soldado por cada 2000 habitantes). Es necesario que un país sea muy rico, para que pueda mantener bien equipados ejércitos que pasen de esta proporción; que para tener ejércitos rotosos, indisciplinados y hambrientos, en pueblos esquilmados, como muchos de nuestra América, vale más no tenerlos; menos vergüenzas se pasan.
… los individuos destinados a la fuerza permanente han de ser soldados de oficio; porque el ser soldado es un oficio como otro cualquiera, y en el que hay tanto que saber como en el de médico; y porque, un soldado que se toma por sólo cinco años, al cabo de este tiempo empieza a ser buen soldado y mal paisano, tiene hábitos de cuartel y es ya muy malo para hombre de pueblo, a los diez años es un veterano útil en su clase, a los 20 es un hombre de consejo, tanto para los soldados nuevos cuanto para el servicio en campaña, pues sabrá en cualquier caso lo que se deba hacer.
Extraído de: ESPINOSA, Juan. Diccionario para el pueblo. Estudio preliminar y edición de Carmen Mc Evoy. Editado por: Pontificia Universidad Católica del Perú. University of the South-Sewanee. Lima, 2001. P: 364-365.
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