Construyendo juntos el conocimiento de la Historia
Fernando VII en el fin del Antiguo Régimen
La desunión de la familia real española y el descontento del pueblo español úsieron al país a los pies de Napoléon. Conducido mediante estratagemas hasta Bayona, el joven Fernando VII era ingenuamente aclamado por la población a su paso por las ciudades y pueblos españoles camino de Francia. Detrás dejaba una junta de Gobierno presidida por su tío, el infante Antonio y por los cinco secretarios de su efímero gobierno.
El ía 20 de abirl, a su llegada a Bayona, Fernando VII recibió la noticia de los propósitos de Napoleón. Se le pedía su renuncia y la de toda su familia para instaurar en España la dinastía napoleónica. Fernandi VII resistió a toda clase de presiones, incluso cuando sus padres se reunieron con él, unos días desúés. Finalmente, ante la amenaza de muerte, cedió la Corona de nuevo a su padre sin saber que el día antes éste había abdicado a favor de Napoleón.
El 2 y 3 de mayo de 1808
El día que Fernando VII abandonaba Madrid, los delegados franceses amenazaron veladamente a la Junta de Gobierno de que el trono de aquel dependía de que dejaran marchar a Godoy, cuya libertad formaba parte de las negociaciones secretas que estaba manteniendo Napoleón con Carlos IV para lograr su abdicación.
La entrega de Godoy a los gfranceses confirmó el rumor que ya circulaba por Madrid de que Napoleon pensaba restaurar en el trono a Carlos IV. Esto, junto con los abusos que estaban cometiendo las tropas invasoras, contribuyó al aumento dek recelo tanto de la población como de la Junta.
Unos días después en efecto, Carlos Iv comunicaba a la Junta la nulidad de su abdicación en Aranjuez y, el 30 de abril, el general francés Murat exigía, asimismo, la entrega del infante Francisco de Paula.
La junta decidió no someterse cuando los franceses trataron de llevarse al infante, un grupo de personas apostadas ante el Palacio Real impidió su salida. La carga de la caballería condujo a los rebeldes hasta la Puerta del Sol, donde se libró la cruenta batalla cuyo testimonio gráfico dejó Goya en su obra El 2 de mayo de 1808 en Madrid: la lucha con los mamelucos, y se extendió de inmediato por toda la ciudad.. La lucha fue desigual y los amotinados fueron aplastados con dureza. Al día siguiente por la noche, se produjeron los fusilaminetos indiscriminados que Goya también retrató. En su obra El 3 de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío., describió el horror vivido aquella noche en la montaña del Príncipe Pío, uno de los lugares escogidos por los franceses para castigar con la muerte a los amotinados y advertir al pueblo español de las consecuencias de su rebelión.
La junta trató de que el pueblo volviera a la calma, pero todos los esfuerxos resultaron inútiles y rápidamente quedó desautorizada. Un magistrado, Juan Pérez de Villaamil, redactó la declaración de guerra contra los franceses, que hizo firmar a los alcaldes de Móstoles, quedando constituido así el foco de la resistencia.
El reinado de José I
La introducción de la dinastía Bonaparte estuvo rpecedida por la redacción de la OCnstitución de Bayonam un intento de Napoléon por conseguir el apoyo del pueblo español y de instaurar no sólo el cambio dinástico, sino también el del régimen. El texto constitucional, aprobado por una Asamblea formada por 91 representantes españoles, apenas fue conocido en el interior del país. Se aplicación quedó aplazada hasta 1813.
En cpomparación con el régimen español, y a pesar de que contenía un concepto de Estado autoritario y desde luego subordinado a Francia, era un texto muy avanzado: recogía la declaración de determinados derechos de los ciudadanos como la libertad de movimientos o la inviolabilidad de domicilio, la supresión de privilegios y la igualdad de todos los españoles ante la ley.
Oficialmente, el rey José I Bonaparte subió al trono el día 8 de julio de 1808, después de jurar la Constitucipn y de recibir el juramento de la Junta de Bayona. Luego llegó a Madrid el día 2 de ese mes. Sobre su acogida por el pueblo madriñeño escribió a su hermano: “Enrique IV tenía un partido, Felipe V no tenía sino un competidor que combatir, y yo tendo por enemigo una nación de doce millones de habitantes, bravos y exasperados hasta el extremo”.
José I anteriormente Rey de Nápoles, era un hombre cultivado, con estudios de judicatura y experiencia en el comercio y con gran clarividencia política, demostrada a través de cartas como la que se ha visto, con las cuales iba dando cuenta a su hermano del desaroolo de los acontecimientos en España. Nombró para su gobierno a los personajes qe habían gozado de mayor prestigio durante los reinados anteriores y trató de atraerse al pueblo convenciéndolo de la nulidad de la resistencia armada.
Logró hacerse con partidarios, los “afrancesados” , un calificativo que se aplica en general a todos los que juraron fidelidad a la administración francesa, pero que en realidad corresponde propiamente a los que tomaron parte activa en su gobierno y fueron verdaderamente convencidos. No fue un grupo homogéneo ni muy numeroso, pero entre sus filas figuraban personas de prestigio.
Amigos y antiguos ilustrados que despositaron sus esperanzas de reformas políticas y sociales en la nueva dinastía. Ellos fueron algunos de los integrantes de las 12 mil familias que después de la Guerra de la Independencia tuvieron que exiliarse, y con las cuales pasaría Goya los últimos años de su vida. Entre los conservadores, que se aferraban al Antiguo Rpegimen, y los liberales, que albergaban en su seno la semilla del cambio, los afrancesados tuvieron que arrostrar a lo largo de la historia un sambenito de haber traicionado a la patria.
La revoluci´´on
El alzamiento popular se prpdujo en los territorios no ocupados por las tropas francesas, a medida que les iban llegando las noticias referentes a la abdicaci´´on en Bayona, y los sucesos de Madrid, Oviedo, La Coruña, Badajoz, Sevilla, Murcia, Zaragoza, y otras ciudades y poblaciones fueron añadiéndose progresivamente a la guerra contra los franceses.
Las instituciones como el Consejo de Castilla o la Junta de Gobierno creada por Fernando VII quedaron desbordadas por la iniciativa popular que fue la que dio impulso a la recreación de antiguas instituciones como las Cortes de Aragón.
El pueblo recurrió a personajes conocidos para dirigir la guerra y, así, Palafox perteneció a la Junta de Zaragoza , Floridablanca a la de Murcia, Jovellanos a la de Asturias y Saavedra a la de Sevilla.
La victoria de las tropas españolas en la Batalla de Bailén, el 9 de julio de 1808, que provocó la huida del rey José I y la retirada de las tropas de Madrid, propició la adhesión den Consejo de Castilla a las Juntas Supremas y otros órganos del gobierno local provisionales, y la creación de la Junta Suprema Central, que bajo la presidencia de Floridablanca asumió la representación del pueblo español y debí convocar Cortes y nombrar un Consejo de Regencia.
La guerra de la Independencia
La victoria contra los franceses en Bailén dio ánimos a los españoles pero trajo consigo la intervención personal de Napoléon en el conflicto. El emperador no iba a permitir el descrédito de esa derrota y se puso al frente de un ej+ercito formado por 250mil soldados, distribuidos en siete cuerpos, con la intención de volver a ocupar Madrid, lo que consiguió en menos de un mes.
Desde 1809 se podujo lo que se ha llamado una guerra de desgaste debido al lento avance del ejército de Napoléon por la península a través de tres líneas de penetración: Andalucía, Levante y Portugal.
Napoléon estaba convencido de que la resistencia española acabaría si o contaba con el apoyo británico. Los ataques franceses no consiguieron sus objetivos y, finalmente, las tro´pas de Wellington avanzaron hasta Arapiles, lo que obligó a José Bonaparte a abandonar de nuevo la capital del reino en dirección a Valencia. Era el 13 de agosto de 1812. Wellington en breve plazo tomó Salamanca, Zamora, Madrid y Vitoria. Desde esta última ciudad el hermano de Napole+on tuvo que replegarse hasta San Juan de la Luz, en Francia, donde estableció su cuartel general el día 28 de junio de 1813.
El tratado de Valencay 11 de diciembre de 1813 firmado por napoléon, devolvía el trono de España a Fernando VII. La Guerra de la Independencia, llamada por los franceses Guerra Napoleónica de España y por los ingleses Guerra Peninsular, fue ganada por los españoles con la ayuda de estos últimos. Detrás quedaron un millón de muertos y un país devastado.
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