Los prieros campos de concentració alemanes se construyern inmediatamente después de la subida al poder de los nacionalsocialistas. Iniciada la segunda guerra mundial, su número se acercó a la veintena, y de ellos dependían los innumerables “Kommnados” que redistribuían la fuerza de trabajo de los internados entre los centros fabriles de la llamada Gran Almeania. Rudolph F. Hôss, miembro del partido nazi desde 1922, de las SS desde 1934 y vinculado desde entonces a la administración de los campos, fue comandante del de Auschwitz, en Polonia, desde mayo de 1940 hsta diciembre de 1943. Nte el Tribunal de Nuremberg –que le condenaría a muerte- firm´la siguiente declaración:
“Permanecí en la dirección de Auschwitz hasta el 1º de diciembre de 1943, y estimo que fueron ejecutados y exterminados allí por el gas y las llamas unas 2 50 000 víctimas; otras 500 000 murieron de hambre y diversas enfermedades, con lo cual resulta una cifra total de unos 3 millones de muertos. Dicha cifra representa aproximadamente el 70 u 80% de las personas que fueron enviadas a Auschwitz en calidad de prisioneros; el resto fue seleccionado y empleado en trabajos forzados en los establecimientos industriales de los campos de concentración. Entre las personas ejecutadas y quemadas se contaban unos 20 000 prisioneros de guerra rusos (que habían sido previamente seleccionados por la Gestapo en los campos de prisioneros de guerra ) y habían sido destinados, en Auschwitz, a los transportes de la Wehrmacht. El resto de víctimas hasta el total enumerado lo constituyen unos 100 000 judíos, de Holanda, Francia, Bélgica, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Grecia y otros países. Sólo en Auschwitz fueron exterminados por nosotros uso 400 000 judíos húngaros durante el verano de 1944.
Las ejecuciones en masa por gas empezaron en el curso del verano de 1941 y se prolongaron hasta el otoño de 1944. Yo controlaba personalmente las ejecuciones en Auschwitz, hasta el 1º de diciembre de 1943, y fue en el período de mi servicio de inspector de los campos de concentración del WVHA (Oficina Central de la Economía y la Administración) cuando se efectuaron estas ejecuciones en masa, como he consignado anteriormente. Todas las ejecuciones en masa por medio de gases se llevaban a cabo en virtud de una orden expresa del RSHA (Oficina Principal de Seguridad del Reich), bajo su control y responsabilidad. Yo recibía directamente del RSHA las órdenes pertinentes para proceder a dichas ejecuciones en masa…
Por “solución final” se entendía el exterminio de todos los judíos de Europa. Yo tenía orden de dejar en disposición de funcionar los procedimientos de exterminio en Auschwitz, el mes de junio de 1941. En aquel momento existían ya otros tres campos de exterminio en el Gobierno General: Belzec, Treblinka y Wolzec. Estos campos caían bajo la dirección de la Seguridad General y del SD (Ser vicio de Seguridad). Yo había visitado el de Treblinka con objeto de ver la forma en que allí se llevaba a cabo el exterminio. El comandante del campo me dijo que había liquidado 80 000 personas en seis meses. Había tenido que ocuparse especialmente de la liquidación de los judíos del ghetto de Varsovia. Había empleado gas monóxido y, en su opinión, sus métodos no eran muy eficaces. Así pues, una vez mandados construir los edificios de exterminio, decidí emplear el Ciclón B, ácido prúsico cristalizado que introducíamos en la cámara de gas por una pequeña hendidura. Para matar a las personas que había dentro de la cámara de gas se requerían de tres a quince minutos, según las condiciones climatológicas. Notábamos que habían muerto porque habían cesado los estertores. Ordinariamente esperábamos media hora a abrir las puertas con objeto de sacar los cadáveres. Una vez estaban fuera, nuestro comando especial se apoderaba de los anillos y dentaduras de oro de los cadáveres.
Otra mejora introducida en los métodos, si los comparamos con los de Treblinka, consistió en la construcción de cámaras de gas para 2000 personas, mientras las de Treblinka sólo podían contener 200 cada una. Nuestro método para seleccionar las víctimas era el siguiente: en Auschwitz, dos médicos de la SS tenían la misión de examinar las expediciones de prisioneros al arrbo. Se les hacía desfilar por delante de uno de aquellos médicos, el cual, por medio de una señal, indicaba su decisión. Los que se consideraban aptos para el trabajo, se mandaban a los campos; los demás eran conducidos inmediatamente a los lugares de exterminio. Los niños pequeños eran exterminados sin excepción, ya que por su edad eran incapaces de trabajar.
Un progreso más en comparación con Treblinka: las víctimas de Treblinka sabían casi siempre que iban a ser exterminadas, mientras que en Auschwitz bromeábamos con ellas haciéndoles creer que se las iba a someter a un tratamiento para despiojarles. Como es natural, con frecuencia llegaban a descubrir nuestras verdaderas intenciones, y en consecuencia tuvimos que sofocar revueltas y enfrentarnos con muchas dificultades. Muchas mujeres intentaban ocultar a sus hijos bajo sus vestiduras, pero siempre que eran descubiertos los mandábamos a las cámaras de gas igual que a los otros. Hubiera sido preciso efectuar secretamente estos exterminios, pero el mal olor y la peste nauseabunda, producto de la continuada combustión de los cuerpos, se esparcieron por toda la región, hasta el punto de que los habitantes de las poblaciones de los alrededores sabían muy bien cando en Auschwitz tenían lugar exterminios.
De vez en cuando llegaban a la Oficina local de la Gestapo prisioneros “especiales”. Los médicos SS los hacían ejecutar mediante inyecciones de bencina.
Los médicos tenían orden de llenar papeletas de defunción regulares y podían hacer constar en ellas a su antojo cualquiera enfermedad como causante de la muerte.
También de vez en cuando se realizaban experimentos médicos con los prisioneros; entre ellos la esterilización y experiencias relativas al cáncer. La mayoría de personas que morían a consecuencia de tales experimentos habían sido previamente condenadas a muerte por la Gestapo…
L.Poliakov y Wulf. El Tercer Reich y los judíos.
Recopilado en: GIRALT RAVENTOS, E. y otros. Textos, mapas y cronología. Historia Moderna y Contemporánea. Editorial TEIDE. Barcelona, 1985. p. 439-441.
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