(Construyendo juntos el conocimiento de la Historia)
Primera parte del trabajo monográfico de Jhonattan Sullón
Tercero de Secundaria
CAPÍTULO I
BIOGRAFÍA
1.-Sus primeros años:
El general Avelino Cáceres, nació en Ayacucho el 10 de noviembre de 1836. Hablaba español y quechua. Sus padres fueron Domingo Cáceres, hacendado de Ayacucho y la señora Justa Dorregaray, descendiente por línea paterna de Catalina huanca y por línea materna descendía del Inca Huayna Cápac, una de las damas más respetables de su tiempo. (Anexo 1)
Hizo sus primeros estudios en el colegio nacional de Ayacucho y en 1854 ingresó al ejército en la clase de alférez. En aquel año, el Perú entero, se vio sacudido por un movimiento de protesta. Ayacucho fue una de las ciudades que con más energía se levantaron a favor de las nuevas ideas. El doctor don Ángel Cavero, encabezó el movimiento de protesta de los ayacuchanos.
En 1837 se casó con Antonia Moreno de Cáceres y llegó a tener tres hijas: Zoila Aurora, Lucila Hortencia y Rosa Amelia. Toda su familia perteneció a la crema y nata de la sociedad ayacuchana y gozó de holgada posición económica.
Héroe de la campaña de la breña y presidente de la república entre 1886-1890. Murió en su retiro de Ancón el 10 de octubre de 1923. Se incorporó al ejército, abandonando sus estudios, cautivando por la personalidad de Ramón Castilla durante su revolución contra el gobierno de Echenique (1854) y formo parte del batallón “Ayacucho” liderado por el general Fermín del Castillo.
Fue un militar y político ayacuchano, héroe de la Guerra del Pacífico (Anexo 2) que participó en las acciones del Sur y lideró la campaña de la Breña. Fue tres veces presidente de la república. Gracias a su sagacidad en la lucha contra las invasiones chilenas, sería conocido como “El Brujo de los Andes”. Es el patrono del arma de infantería del ejército peruano.
2.-Defensor de la integridad
“Cuando la revolución del general Vivanco, diez años después, Andrés Avelino Cáceres era capitán y fue uno de los oficiales que más se distinguieron en el salto y toma de Arequipa. Allí resulto gravemente herido en un ojo. Tenía abierta todavía esa herida, cuando estalló la guerra con Ecuador.”
Extraído de: Andrés Avelino Cáceres. Vargas Ugarte, Rubén. Editorial milla Batres. Lima, Perú.100.
A pesar de eso fue de los primeros en salir a la frontera y tomó parte en toda esa campaña, el año 1874, una noche a las nueve, estalló una sublevación militar en el cuartel de San francisco. Varios sargentos del batallón Zepita allí acuartelados, sacaron las tropas de las cuadras y salieron haciendo fuego, tratando dominar la guardia, y de abrirse para ganar la calle.
“Al ruido de los disparos, un oficial Suárez(a) el ñato, hermano del que fue después general Belisario Suárez, que pasaba del paisano por una calle próxima, acudió al cuartel y se puso a órdenes del comandante Cáceres, quien utilizó sus servicios. Suarez fue uno de los que sucumbieron esa noche.”
Extraído de: Andrés Avelino Cáceres. Vargas Ugarte, Rubén. Editorial milla Batres. Lima, Perú.104.
El general Cáceres es el héroe nacional, y está llamando a ser, a medida que trascurran los años, la figura legendaria del Perú. Su actuación en la guerra del pacífico fue grandiosa. En la batalla de San Francisco mandaba una división, que en medio de la confusión de la derrota, permaneció formada y se retiró en perfecto orden.
3.- El mariscal del Perú
Hizo sus estudios en Ayacucho hasta que cediendo a su vocación por las armas, ingresó como subteniente en el batallón formado en el departamento por el general don Fermini del Castillo. Durante la revolución que en 1854 acaudillara en Arequipa el general Castilla, hizo toda la campaña y combatió en la palma batalla que puso término al gobierno de Echenique.
En 1856, la revolución encabezaba por el general Vivanco, fue secundaba en Moquegua por el coronel La flor. El perfecto coronel Cornejo, la derrotó con sólo dos compañías, una de ellas la segunda del Ayacucho a la que pertenecía Cáceres.
La división a que pertenecía Cáceres salió sobre Arequipa y rechazó en Yumina a las fuerzas rebeldes. A consecuencia de este combate en que se distingue al frente de su compañía, tomando treinta prisioneros, obtuvo la efectividad su clase de teniente
“Más tarde, estando al mando del ejército el presidente Castilla, tomo parte en Arequipa. La segunda compañía de Ayacucho fue utilizada frecuentemente como exploradora y en otras difíciles como honrosas comisiones fue el asalto a Bellavista.”
Extraído de: Sangre de humanos. López Merino Ignacio. Editorial planeta. Lima, Perú. 45.
Una división rebelde a cargo del coronel Chocano ocupaba estas alturas. Dos compañías del Ayacucho protegidas por el ejército de San Román fueron encargadas de desalojarlas logrando su cometido con sesenta prisioneros, lo que le otorgó el ascenso de Cáceres a Capitán graduado.
Los revolucionarios ocupaban todavía dos posiciones formidables, las torres de Santa Rosa y Santa Marta, Cáceres descansó y luego avanzó y luchó en cada, torre apoderándose definitivamente de esta posición. El coronel Beingolea lo felicitó calurosamente.
Durante la noche del salto de Arequipa, Cáceres recibió la orden de ir por los techos de las casas hasta ocupar el conventillo de San Pedro. En esta sangrienta acción Cáceres perdió dos oficiales y la tercera parte de su efectivo, pero finalmente colocó su bandera en el sitio indicado.
Ya como teniente graduado y efectivo defendió el régimen de castilla contra la revolución de Manuel Ignacio Vivanco y estuvo en los siguientes enfrentamientos: Yumina (agosto de 1857), bellavista (enero de 1858) y asalto de Arequipa (marzo de 1858).
CAPÍTULO II
GUERRA DEL PACÍFICO
1.-Campaña del Sur
La historia de Cáceres al mando del batallón Zepita se inicia en 1872. En el lapso inmediatamente precedente, durante la administración Balta-Piérola, Cáceres hubo de alejarse del servicio activo; Manuel Pardo, presidente de la república en 1872, reconoció sus méritos logrando su reincorporación al ejército, otorgándole el grado de comandante.
“El gobierno de entonces premió a la distinguida acción de Cáceres con su inmediato ascenso a coronel graduado y cuando el presidente llegó al cuartel poco después de terminada la lucha, pudo el coronel Cáceres decirle: Señor, la sublevación ha sido dominada. Don Manuel Pardo le contesto: Gracias, por eso le había confiado ese cuerpo a Ud. “
Extraído de: Héroe de la Resistencia: Zanutelli Rosas, Manuel. Editorial Universidad Ricardo Palma. 58.
En 1874, al pronunciarse contra el régimen constitucional el caudillo Piérola, el Zepita de Cáceres fue incorporado a la división que al mando de Lizardo Montero marchó contra los insurrectos, combatiendo en las acciones de Los Angeles Chuculay y Arequipa, que significaron sendas victorias y primeras glorias para los Zepitas que se distinguieron.
Cáceres y el Zepita fueron luego destinados a la guarnición del Cuzco (Anexo 3), y en 1876 el heroico jefe asumió la prefectura departamental, reteniendo el mando de su batallón. Cumplía con acierto este destino cuando en 1879, al hacerse previsible el estallido de la guerra con chile, Cáceres recibió orden de preparar su movilización.
El 2 de abril Cáceres se instaló en el Alto de Molle y tres días después, al declararse oficialmente la guerra, fue testigo del bloqueo que impuso sobre Iquique la escuadra chilena. Destinó a sus Zepitas en servicio de avanzadas, a afecto de mantener el control de las caletas cercanas, en previsión de un posible desembarco enemigo.
El 21 de mayo, desde la playa, Cáceres fue testigo presencial del combate naval de Iquique. Vio a lo lejos batirse al Huáscar con la Esmeralda y muy cerca de su campamento advirtió a lo Covadonga, huyendo de la independencia. Lamentó no tener cañones para apoyar a nuestra fragata pero con todo quiso cruzar los primeros fuegos con los chilenos.
El monitor, que había alcanzado su triunfo sobre la Esmeralda, no tardó en aparecer, huyendo la Covadonga a toda máquina. Grau persiguió algún tiempo a la nave enemiga, regresando a Iquique por la noche del mismo día. Allí permaneció hasta el 24, y en el ínterin Cáceres Visitaría a su antiguo amigo, quien reconoció como el valiente defensor de nuestro mar.
Desde el Alto de Molle Cáceres vio pasar repetidas veces al glorioso monitor de Grau, y seguramente presintió como lógico el desenlace de Angamos, lamentando la trágica muerte del inmortal almirante. El 20 de aquel octubre de 1879 dirigió una carta a Prado, certificándole el holocausto de Grau lejos de abatir el ánimo de sus tropas.
El 11 de noviembre, tras triunfal estadía en Arica (Anexo 4), Daza entró con sus tropas en el desierto. El 14 llegó a Camarones, límite de los departamentos peruanos de Moquegua y Tarapacá. Allí empezó a patentizarse el descontento de los bolivianos. Varias veces se pronunciaron por la contramarcha y finalmente Daza persistió en el plan de Prado.
El 17 alcanzaron la localidad de Pozo Ramírez y el 18 llegaron a Negreiros. Hubo durante el descanso, en este punto una nueva discusión entre los comandos, no tomando parte en ella Cáceres, pese a que fue solicitado por el general Buendía para apaciguar los ánimos. Se continuó luego sosgando un poco al noroeste de Dolores.
Buendía ordenó el despliegue en orden de batalla, avanzando el primer escalón por el ala derecha (divisiones Bustamente, Dávila y Villegas, al mando del propio Buendía) y el segundo escalón por el ala izquierda (divisiones Velarde, Bolognesi y Villamil), mientras en reserva quedaba Cáceres al mando de su división.
“Al tiempo que se replegaban, las discusiones entre los jefes aliados se tornaron cada vez más violentas; la defección de Daza fue motivo de ásperas inculpaciones. Y el descontento se contagió a la tropa, pues surgieron los pleitos por la posesión de la aguada. En medio de esa confusión, no se sabe de dónde, surgió un disparo de fusil.”
Extraído de: Héroe de la Resistencia: Zanutelli Rosas, Manuel. Editorial Universidad Ricardo Palma. 64.
De la derecha del ejército aliado se desplazaron en guerrilla cuatro compañías, entre ellas una del Zepita, avanzando hacia el cerro de San Francisco jefaturados por el comandante Espinar. Llegadas a las calicheras, base del cerro, dichas compañías contestaron el fuego que les dirigía el enemigo desde la cúspide.
2.- Campaña de Lima
No tuvo Cáceres a su Zepita en la defensa de Lima. A finales de setiembre de 1880, fecha de su llegada a Lima, el dictador le dio el mando de una quinta división acantonada en Huaral, a afecto de adiestrarla, disciplinarla y prepararla para contrarrestar un desembarco enemigo que creía sin duda que se realizaría en Ancón.
Se congregaron cerca de 16, 000 hombres, pero más de la mitad fueron indios reclutados por la fuerza, humildes pobladores que nada sabía del manejo del fusil, que desconocerían incluso hasta el mismo día del holocausto; sacrificada masa que llegó a la capital sin saber a ciencia cierta qué era el Perú, cuya mayoría creyó que Chile era un general enemigo.
Dicho ejército fue dividido en cuatro cuerpos y a Cáceres se le dio el comando del cuarto, integrado por 4, 500 hombres. Pero no eran éstos los de la división que había adiestrado más de tres meses en Huaral, sino que se trataba de tres nuevas divisiones, acantonadas en Surco, Chorrillos y Pacayal, a cuyos jefes y oficiales casi desconocía.
Piérola no se apareció por ese lado sino después de varios días, y sólo para aprobar su dispositivo de defensa, que no fue otra cosa que un cordón inusual y obsoleto desde medio siglo atrás, desparramando 16, 000 hombres en 14 kilómetros de frente, sin fortines ni fuertes y sólo con “baterías” y “reductos” donde se instalaron de manera rudimentaria las piezas de artillería.
“Cáceres, a caballo y a pie, recorría día y noche la línea de batalla, procurando entusiasmar a sus tropas; por lo menos, él sabría cumplir su deber y demandó similar actitud de los batallones que quedaron a sus órdenes: Lima, Pichincha, Piérola, Canta, La Mar, Manco Cápac y Ayacucho. A esas horas extrañaba a su Zepita.”
Extraído de: Héroe de la Resistencia: Zanutelli Rosas, Manuel. Editorial Universidad Ricardo Palma.69.
El objetivo del enemigo fue destruir el centro de la línea peruana, precisamente el frente que defendería Cáceres. Contra él se pusieron en movimiento 14, 000 hombres, pertenecientes a las divisiones comandadas por el general Baquedano, que atacaría frontalmente, y el coronel Lagos, que trataría de flanquear por la izquierda.
A las 04.00 horas, hallándose el campo cubierto por espesa neblina, se escucharon tiros que provenían de un encuentro entre avanzadas, haciéndose evidente que estaba por principiar la batalla. Media hora después, avanzando silente y protegido por la neblina, el enemigo cargaba sorpresivamente sobre el ala derecha, cuya defensa estaba encomendada al coronel Lorenzo Iglesias.
En Barranco, Cáceres topó con su valiente camarada el coronel Arias y Aragüés, quien pugnaba también por reunir a los dispersos; y entre ambos lograron reorganizar un buen número, tarea en la que destacó también el coronel Francisco Velarde, jefe de estado mayor del cuerpo de Cáceres, y sus ayudantes Torres Paz, Lecca, Castellanos y Carvajal.
3.-Campaña de Breña
En la guerra de hace un siglo, el Zepita fue el primer batallón en tomar las armas contra Chile, para no deponerlas sino luego de retirado el agresor y derrocado el gobierno títere que impusiera en Lima. Bregó incansablemente casi siete años, desde mayo de 1879 en que tomara parte indirecta en el combate de Iquique y Punta Gruesa hasta diciembre de 1885.
Cáceres quien se reclamó conductor Zepita. Hubo otros que quisieron compartir su gloria, dando ese nombre a unidades que aunque con vida efímera, llevaron también nombre. Así, el 28 de febrero de 1881, al ser reorganizado el ejército del Norte en Cajamarca, siendo jefe del mismo y político-militar de la región contralmirante Montero.
Es muy posible que Montero, que había estado presente en el frente Sur entre 1879 y 1880, quisiera así resurgir al batallón que allí se cubriera de gloria, sabiendo además que el Zepita que concurrió a la defensa de Lima quedó aniquilado tras batirse heroicamente en Chorrillos, el 13 de enero de 1881. De otro lado, a Cajamarca.
Patricio Lynch dio instrucciones para actuar, a lo que se le respondió con una orden terminante de regresar a la capital. Esa división de reyes Santa María tuvo por misión trasladarse por ferrocarril a Chicla, al parecer para motivar el acatamiento de Cáceres a García Calderón con una demostración de fuerza, no está claro que marchara citando las fuentes hasta 300 hombres.
Esa guerrilla actuó bajo el comando de Ricardo Bentín, cogiendo 100 prisioneros, 200 rifles y algunos cajones de municiones. Parte de esa fuerza se plegó al ejército de la breña y de hecho, allí terminó la vida del Zepita de García Calderón. Por esos días, Piérola, el otro mandatario peruano, ya desconocido por el enemigo se hallaba en Arequipa.
Agustín Daniel Zapatel (Anexo 5) no consideró esta entrevista como un fracaso, lo fue, para los de la magdalena, pero le sirvió a él para admirar de cerca al primer soldado de la patria, decidiendo entonces plegarse a su lucha. García Calderón envió aun otros representantes ante Cáceres, al establecerse éste en Chosica, entre ellos a los doctores José María Químper, Flores Chinarro.
En Ayacucho, mientras tanto, Piérola, tras un viaje por los departamentos del Sur que lo llevó hasta Bolivia, instalaba el 28 de julio la Asamblea de Representantes que trabajaría sin mayores frutos hasta noviembre. La inercia de Piérola motivaría en ese lapso su desconocimiento en el Norte y en el Sur, de manera que Cáceres, jefe de la región central, quedo en situación difícil.
En Chicla se habían constituido los cuadros de jefes y oficiales, terminándose la reorganización del ejército del Centro, y el 31 de agosto, en Matucana, se pasaba revista a sus componentes. El Zepita resurgía allí como batallón n°2 de la primera división, llevando por primer jefe al teniente coronel José María Villegas, futuro héroe en Huamantanga.
El 29 de octubre, desconociendo aún el pronunciamiento de Montero, el gobierno de Piérola la nombraba ministro de gobierno, al tiempo de designar a Cáceres como ministro de guerra, reconociéndole grado de general de brigada. Tales nombramientos no tendrían ya validez, pues el 24 de noviembre, finalmente, los jefes del ejército del centro, reunidos en Chosica.
Esos refuerzos eran los que, provenientes de Ayacucho y Huancavelica, se hicieron presentes comandados por el coronel Francisco de Paula Secada, Pedro Pablo Nieto y Celso Zuleta. El 6 de diciembre los jefes del ejército que acompañara a Piérola en Ayacucho decidieron someterse a la autoridad de Cáceres; pero al destacar éste al coronel Morales Bermúdez.
El reconocimiento a Montero, que recién oficializaría el 24 de enero de 1882, fue causa de que Piérola se entendiera con los chilenos e impartiese órdenes a sus partidarios para negar apoyo a la causa de la resistencia y aún sabotearla. Con muy malos auspicios se inició ese año para Cáceres, pues se produjo la traición de Manuel E. Vento, a quién se le confiaron las guerrillas.
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