En los días del aniversario nacional había, hasta 1911 una reunión muy concurrida en casa del “delegado” o agente del gobierno del Perú Artidoro Espejo. Se bebía chmpaña y eran entonadas las estrofas del himno nacional peruano. Este himno fue escuchado por primera vez en la sesión solemne de la vieja y gloriosa Sociedad de Artesanos “El Porvenir” cuando lo cantó el Orfeón de Tacna, institución musical de gran importancia.
Como en esa ciudad no se podía repetir el coro que empieza con las palabras “Somos libres, seámoslo siempre”, Molina las había sustituído con la frase “Mantengams el fuego sagrado”, para terminar expresando la terca esperanza de que “Dios salva y eleva a los pueblos que confían en la libertad”. Las varias estrofas aludía, sin insultos ni encono, a la situación de ese territorio, repetían la ilusión -¡tan del siglo XIX- de la libertad y del progreso e incluían un homenaje al pasado y un acto de fe en el porvenir, enumerando en difícil arreglo métrico los nombres de Vigil y de algunos de los principales muertos ariqueños y tacneños en las batallas del Alto de la Alianza y de Arica, el 26 de mayo y el 7 de junio de 1880
El coro decía así:
Mantengamos el fuego sagrado
Del amor a la Patria inmortal,
Que Dios salva a los pueblos
Que confían en su libertad
(Otras canciones de la época)
Allá en la quinta de Las Palmeras el roto Lira rabiando está
Al ver que Tacna no chileniza,
Nunca es chilena ni lo será.
Viva Tacna, viva mi Patria,
Vivan los héroes de grande honor,
Una corona para los tacneños
Que no negaron a su nación.
Allá en la cumbre del Morro hermoso,
Dos pabellones yo vi flamear,
Uno peruano y otro argentino
Que a nuestra patria vino a ayudar.
Que viva Tacna, viva mi patria
Vivan los héroes de grande honor,
Una corona para Sáenz Peña
Y otra corona para el Perú.
Extraído de: BASADRE GROHMANN, Jorge. La vida y la historia. Ensayos sobre personas, lugares y problemas,. 2da. Edición. Talleres Industrial Gráfica Chavín. Lima, 1981
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