Páginas

miércoles, 15 de julio de 2009

Situación en el Perú ante las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII

La ansiedad por el estatus que reinaba entre los peruanos, y su incapacidad para ponerse de acuerdo entre ellos, fue el mayor aliado de Abascal en la crisis política que barrió el imperio español en 1808. El 9 de agosto de 180'8 el cabildo de la ciudad de Lima recibió la noticia de virrey de que el rey Carlos IV había abdicado a favor de su hijo Fernando VII. En otras partes del imperio esta revelación, y los sucesos que siguieron de inmediato, levó a un sostenido período de crisis constitucional sobre la posesión de la soberanía. En Lima, aunque sería exagerado decir que no hubo conmoción, la abdicación el rey y el derrocamiento de su principal ministro Manuel de Godoy no llevó a una revolución o a un intento por crear una utogobierno local, como sucedió en Ciudad de México, Caracas, Bogotá y Buenos Aires.
Sólo cuatro días antes de que llegasen las noticias de la abdicación, el cabildo de la ciudad de Lima registró en sus actas una discusión sobre el estado de las defensas del Perú. Habiendo decidido ue el virrey Abascal, quien había estado en el poder durante dos años, era el gran medida responsable por las mejoras en seguridad, el cabildo determinó enviar una carta al rey pidiendo que Abascal permaneciera en el poder "sin que le coprehenda el término (habitualmente virreinal) de cinco años, ni otro tal, no ombrándosele sucesor". Aunque la carta probablemente no fue enviada en esta ocasión, el cabildo escribió más tarde recomendaciones similares. Prefiriendo la seguridad a la conmoción, los criollos apoyaron a Abascal. El virreinato del Perú fue gobernado en 1808 por un hombre que tenía la confianza general de incluso el cabildo criollo de la capital, algo que no ocurrió en ninguna otra parte de América. Preparada así contra la tormenta que iba a estallar, Lima comenzó a hacer planes para la fiesta que llevaría a cabo en honor del acceso al trono de Fernando, y el virey fijó el 1 de diciembre como la fecha para el juramento formal de fidelidad al nuevo rey.
Luego, el 4 de octubre llegaron las noticias, a través de Chile, de que Fernando VII también había abdicado y que había sido encarcelado por Napoleon en Bayona. El cabildo notró que este evento "causó un inexplicable dolor y sentimiento general" entre toda la población. Pero aún entonces no hubo una crisis de confianza en el régimen español. El virrey informó al cabild que Fernando siempre seríe reconocido como el único rey legítimo, y así fue. Abascal cambió la fecha para el juramento de fidelidad más temprano, del 1 de diciembre al 13 de octubre. Luego de apresurados planes, el juramento tuvo lugar el día señalado entre considerable pompa. Sólo un mes antes, el virrey José de Iturrigaray de México había sido derrocado en un golpe de estado encabezado por mercaderes peninsulares conservadores que temían que no fuese suficientemente leal al nuevo rey. El Lima no hubo tal confusión. Mientras que los cabildos de ciudad de México, Bogotá, Santiago, Caracas, Quito y Buenos Aires aprovecharon la oportunidad de la cautividad del rey para proclamar la doctrina de la soberanía popular y encaminarse hacia la autonomía bajo unas juntas provisionales creadas en nombre de rey, el cabildo de la ciudad de Lima reunió sólo la franqueza suficiente para pedir al virrey, el 15 de octubre, que se suspendiera el cobro de la amortizazión ordenada en 1804 por la Cédula de Consolidación. Los regidores limeos ignoraban que la suspensión de la Consolidación ya había sido ordenada por la Junta Central Española.
La Junta Central era el gobierno formado a mediados de 808 por las varias juntas provinciales que habían surgido en Españapara resistir a la invasión y conquista francesa luego que Fernando cayese prisionero. Se reunió por primera vez a fines de setiembre de 1808, y dirante dieciséis meses fue el único gobierno legítimo en España y el imperio, con su sede primero en Sevilla, luego en Cádiz y la isla de León. Cuando se anunció en Lima la creación de la Junta Central el 9 de marzo de 1809, la capital respondió úna vez más tranquila y lealmente reconociéndola de inmediato como el gobierno legítimo. Lima permaneció tranquila y sin problemas en medio de la más grande crisis política que jamás había aquejado al imperio. A pesar del descontento masivo de los peruanos con el régimen, cuando llegó la tormenta la elite encontró en Abascal su faro de salvación.
Extraído de:
ANNA, Tomothy E. La Caída del Gobierno Español en el Perú. El dilema de la independencia. Instituto de Estudios Peruanos. Año 2003.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mensaje