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domingo, 29 de enero de 2012

El nombre del Perú

Origen del nombre Perú
El Dr. Raúl Porras Barrenechea, erudito y eminente historiador peruano, publicó un valioso y fundamental estudio sobre el "Nombre del Perú", en él dice:
"El nombre del Perú, aplicado al Imperio de los Incas por los españoles, se difunde en el mundo a partir del 1534, después de la llegada de los hermanos Pizarro a Sevilla y del desfile, ante la vista azorada de los habitantes y de los mercaderes genoveses y venecianos, del fabuloso tesoro de tinajas y barras de oro, a que se habían reducido los esplendorosos adornos del templo de Coricancha que sirvieron de irrisorio rescate del Inca Atahualpa. La noticia de la sorprendente riqueza del César español, corrió por toda Europa y se tradujo a todos los idiomas, para que lo entendiesen y apreciasen todos los rivales y enemigos de España, en cifras de envidia. El nombre del Perú corrió desde entonces con vibración de leyenda. Ella se recoge por igual en los isolarios de los cosmógrafos venecianos que informaban al mundo nuevos descubrimientos españoles, como en las gacetas alemanas y en un minúsculo folleto francés, impreso en Lyon en 1534, que leería Francisco I, todavía con el ceño arrugado de Pavía, y que consignaba la lista de todas las riquezas llegadas de Sevilla, bajo el título legendario "Nouvelles certaines des isles du Peru". El Perú aparece con el prestigio fabuloso de las Islas Afortunadas de la Geografía medieval. Es una nueva Thule, una Antilia dorada, una Brasilia de palacios de oro. Desde entonces el nombre del Perú fascina la imaginación de todos los aventureros del mundo como un espejismo áureo de riqueza y de maravilla. El Perú es el único mito realizado de la conquista de América y Atahualpa el auténtico señor del Dorado. Las cartas y relaciones de los descubridores señalan como capital de aquella nueva tierra de vellocinos tangibles a la ciudad de Jauja y la leyenda mece, entre prodigios ubérrimos de fertilidad y magnificencia, esos dos nombres exóticos y desconocidos hasta entonces: Jauja y el Perú, que se quedan incorporados en la mitología geográfica, al lado de las más osadas fantasías de la ambición humana, vecinas de la Cólquida y del país de los Hiperbóreos".
Garcilaso de la Vega, y con él la corte de los más de cien cronistas españoles, mestizos e indígenas, que recogieron los recuerdos del descubrimiento y de la conquista y de las tradiciones indígenas, trataron de explicar desde el siglo XVI el origen del nombre del Perú y nos trasmitieron las anécdotas y relatos de los contemporáneos, que cristalizan las primeras versiones históricas de lo que fue el Antiguo Perú. Son conocidas las versiones de Garcilaso y de Blas Valera sobre el presunto río Perú, la del cacique Birú o Perú, que sostuvieron Andagoya y Oviedo, las de la provincia del Perú que relatan Gómara y Zárate, y las lucubraciones filológicas del clérigo Montesinos que hallaba el origen de la palabra Perú en el fantástico nombre Ophir.
Estas versiones, repetidas muchas veces, necesitan ser estudiadas con criterio cronológico evolutivo para rastrear en ellas la verdad histórica auténtica y discernirla de lo que representa el aporte interesado o imaginativo del testigo o del cronista. Precisa, también, verificar las diversas afirmaciones confrontándolas con los documentos contemporáneos y con los escasos testimonios cartográficos. El derrotero de esta dilucidación histórica deberá tener en cuenta el testimonio de los cronistas que recogieron la versión directa de los descubridores y conquistadores; la discriminación cronológica exacta, a través de los documentos existentes, del momento en que se empieza a usar la palabra Perú; y la contribución ofrecida por los escasos documentos cartográficos subsistentes de la época del descubrimiento o inmediatamente posteriores.
Lo que podemos saber y decir hasta ahora es:
1. El nombre Perú fue desconocido por los Incas y por los antiguos habitantes del mundo andino, prehispánico o precolonial. Fue impuesto por los conquistadores españoles y rechazado por los indios del Perú, que se negaban a usarlo, según los testimonios de Valera, Acosta y Garcilaso.
2. No fue nombre de la lengua quechua, ni tampoco de la antillana o caribe, sino corrupción del nombre del cacique de una tribu panameña, vecina del golfo de San Miguel llamado Birú, al que los soldados y aventureros de Panamá dieron en llamar Perú.
3. El primero en tener noticias del cacique Birú, vecino y rival del cacique Chochama y ubicado en el golfo de San Miguel, fue Pascual de Andagoya, en la visita que hizo en 1522 a ese cacique, conquistado por Gaspar de Morales en 1515. En la comarca del cacique de Birú había un río que Andagoya remontó y que podría llamarse Birú. En la relación de Andagoya, escrita en 1541, hay cierta tendencia a destacar su hallazgo, para relacionarlo con el descubrimiento posterior del Perú. Pizarro llegó en 1526 a Chochama, de regreso del primer viaje y tuvo la misión de pacificar al cacique de Birú.
4. Los cronistas Oviedo y Gómara y, más tarde, Garcilaso y Morúa, sostuvieron la existencia de un río Perú y hasta dieron su posición exacta a dos grados norte de la equinoccial, inmediatamente al norte del río San Juan, lo que dado el error de dos o más grados que arrastra la descripción de Oviedo, daría la longitud de cuatro grados norte, que correspondería al río Hijuu o Ijúa en la costa colombiana del Chocó. Cieza de León negó categóricamente la existencia de tal río, afirmando que " no lo hay que tenga tal nombre". Solitariamente en el siglo XVIII, el cosmógrafo del Perú Cosme Bueno, sostuvo que el río que dio origen al nombre peruano fue el río Virú, situado al sur de Trujillo. Los datos cartográficos de la época de la conquista, los mapas de Ruiz y de Diego Rivera, no consignan río alguno con el nombre de Birú o Perú.
5. Algunos cronistas, alejados del tiempo y del lugar de los hechos, afirmaron más tarde que el cacique vecino de Chochama se llamaba Periquete o Peruquete, pero los testimonios fidedignos e irrebatibles del licenciado Gaspar de Espinosa, de Andagoya y de Oviedo, cronistas que vivieron en Panamá, revelan que las tierras del cacique Peruquete, que fueron adjudicadas a Hernando de Luque en el repartimiento de 1522, quedaban al poniente de Panamá, en la ruta de Nicaragua y cerca de la Punta de Chame. Hasta hoy se conserva un lugar llamado Periquete en la misma región del istmo. Los primeros en confundir al cacique de Birú con el de Periquete fueron los cronistas Estete y Cieza.
6. Las interpretaciones filológicas que han pretendido darse sobre el nombre del Perú, carecen de fundamento lógico e histórico. No puede ser derivado de la palabra quechua pirúa, que significa orón o troje, o sea depósito de semillas, como propone el padre Blas Valera; ni del nombre del primer Inca Pirua Pacaric Manco, el portador de las semillas, como sostuvo Montesinos, porque el nombre Perú se aplicó desde 1527, antes de hallarse pueblos de habla quechua e influencia incaica. Tampoco puede ser derivado del nombre de Piura, lugar que sólo fue alcanzado por los descubridores en 1528. Menos probabilidades tiene la propuesta garcilasista de ser una palabra de la lengua hablada por los indios de Panamá a Guayaquil, en la que la voz Pelu sería sinónimo de río, dado que no existen ríos con ese nombre o desinencia en este litoral. Y carece, por último de toda seriedad, la disparatada afirmación del clérigo Montesinos de que Pirú proviene del hebreo y bíblico Ophir.
7. No hay prueba documental alguna de que Vasco Núñez de Balboa tuviera noticias del Imperio Incaico ni conociera y usara el nombre del Perú. Balboa fue ejecutado en 1519 y la primera noticia del cacique Birú la recibió Andagoya en 1522. El nombre del Perú no aparece en ningún documento escrito hasta 1527, salvo que sea probada la autenticidad del contrato del 10 de marzo de 1526, lo que retrotraería un año dicha fecha.
8. La empresa de Pizarro, Almagro y Luque fue llamada por sus directores y por los funcionarios reales de Panamá "la armada de Levante". Durante los años 1524 a 1527, y, aún posteriormente, sólo se habla oficialmente del descubrimiento de la "costa de Levante".
9. Frente a la vaguedad del nombre oficial, surge entre los vecinos de Panamá, los soldados desocupados y desertores de la empresa, el mote burlesco de "los del Perú", aplicado a los que iban llevados por el recogedor Almagro a morir en el marasmo del trópico, en manos del carnicero Pizarro.
10. En el juicio de residencia de Pedrarias hecho en 1527, se advierte la contraposición entre el criterio oficial que mantiene la designación del nombre de Levante, para las tierras nuevas del Mar del Sur, y el sentir popular que las ha bautizado con el nombre irreversible de Perú.
11. La Capitulación de Toledo vaciló en llamar a la tierra de los Incas "la provincia de Tumbes" o "la provincia del Perú", y terminó inclinándose por esta última.
12. En 1534 surge la denominación cortesana y elegante de Nueva Castilla que perduró apenas en los documentos oficiales, y es sustituida al fin, por el nombre del Perú.

13. Por obra de Pizarro y de su resistencia a la corona y a las pretensiones de Almagro, el Perú de 200 leguas de la Capitulación de Toledo, crece hasta comprender la Nueva Castilla y la Nueva Toledo, hasta Tucumán y Copiapó, y convertirse en el inmenso Virreinato del Perú.

"El nombre del Perú no significa, pues, ni río, ni valle, ni orón o troje y mucho menos es derivación de Ophir. No es palabra quechua ni caribe. Es una designación indohispana o mestiza. No tiene explicación en la lengua castellana, ni tampoco en la antillana, ni en la Lengua general de los Incas, como lo atestiguan Gracilaso y su propia fonética enfática, que lleva una entraña india invadida por la sonoridad castellana. Y, aunque no tenga traducción en los vocabularios de las lenguas indígenas ni en los léxicos españoles, tiene el más rico contenido histórico y espiritual. Es anuncio de leyenda y de riqueza, es fruto mestizo indohispánico brotado de la tierra y de la aventura y, geográficamente, significa tierras que moran al sur. Es la síntesis de todas las leyendas de la riqueza austral. Por ello cantaría el poeta limeño de las armas antárticas, en su verso de clásica prestancia:

¡Este Perú antártico famoso!"

Raúl Porras Barrenechea, extracto de su libro "El Nombre del Perú".

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