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domingo, 15 de marzo de 2009

La Prehistoria (1)

Prehistoria

Aspectos generales

Si todos los organismos existentes han ido derivándose por grados imperceptibles a partir de otros anteriores, de ello se sigue que difícilmente cabe esperar que se pueda identificar a los primeros hombres meramente mediante un examen de una sucesión de restos de esqueletos, aunque el registro estuviera completo.

Los fósiles son escasos, fragmentarios y sólo raras veces se pueden fechar con exactitud.

No se dispone de fechas del radiocarbono más que respecto de los últimos 50000 ó 60000 años. Sin embargo, parece probable que la última gran glaciación (Weichsel/Würm de Europa) se iniciara en un plazo de unos pocos miles de años antes o después del 65000 antes del presente, y que, dentro de esta glaciación, el primer gran inter estadial (Laufen/Göttweig) correspondiera al período hace 40000 a 50000 años.
Los Primates

En términos zoológicos, el hombre forma parte del orden de los primates. Hace mucho tiempo que se advierten los parecidos físicos entre el hombre y los monos antropoides. De hecho son tan grandes que no permiten ninguna duda razonable acerca de su afinidad. Los parecidos surgen tanto si se estudia la estructura general del esqueleto como la anatomía muscular o la disposición de los órganos viscerales, los datos sobre reacciones serológicas y procesos metabólicos, o incluso la estructura del cerebro mismo. Las diferencias no son menos pronunciadas. Ningún soólogo competente titubearía para decidir qué partes concretas del esqueleto corresponden al hombre y al mono, ante las diferencia s de dentición, proporciones de las extremidades y tamaño del cerebro. De ello se desprende que los homínidos deben haberse separado de los monos hace mucho tiempo.

Por regla general, los fósiles homínidos de los que se dispone hasta hoy día se dividen en dos géneros. Cada uno de ellos exhibe características según las cuales eran erectos y andaban e dos pies. Ambos comparten una serie de características con respecto al cráneo, que indican la altura supraorbital, el contorno de la frente y la conformación del proceso mastoide. También la dentición tiene aspectos parecidos. Los dientes son relativamente pequeños y están organizados en arcos parabólicos de curva armoniosa. Los caninos tienen forma de espátula.

Pero sí existe una diferencia abrumadora en cuanto al comportamiento. Mientras que el cerebro de algunos autralopithecinos era apenas más grande que el de los grandes monos, el del hombre era invariablemente mayor, y en caso todas las especies, mucho mayor. Fue esto, y toda la serie de múltiples consecuencias que se derivaron de ello, lo que, a juicio de caso todas las autoridades, requiere que se reconozca al Australopithecus y al Homo como géneros distintos. Una vez dicho esto, es importante reconocer que los sistemas de clasificación alen sobre todo como código generalmente aceptado de identificación. Aunque esos códigos valen para la mayoría de los fósiles, es muy fácil que pierdan su validez precisamente en el caso de los que, desde el punto de vista de la evolución, más importancia tienen. Si, por ejemplo, el género Homo se deriva de las mismas raíces que el Australopithecus, difícilmente cabe esperar que los fósiles que datan de la fase crítica intermedia correspondan sin ambigüedades a una u otra categoría.

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